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CONODORO RIVADAVIA (Patagonia, Argentina)
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- Written by auangelmeraki16
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“Lleva tiempo crecer hasta convertirse en un niño” Pablo Picasso.
Jamás olvidaremos la jornada compartida con el grupo lector de “Las Abuelas Lee cuentos de Comodoro”. Este especial y maravilloso encuentro de mujeres sabias y valientes (muchas de ellas maestras jubiladas) nos regaló momentos mágicos para el recuerdo, embriagándonos con la tremenda energía y fuerza de quienes han luchado toda una vida y que una vez dado fin a una rutina de multitud de quehaceres diarios, en lugar de descansar plácidamente en el refugio de su hogar, ofrecen ahora sus cálidas voces y cariñosos arrullos a todos los pequeños que las escuchan contar historias. Así este grupo aúna toda esa experiencia y amor por la infancia y la docencia y la pone al servicio de la comunidad, continuando su generosa aportación de dedicación plena a los demás con amor.
Todo lo aquí vivido no hubiera sido tan especial si la familia de Luís y Noemí no nos hubieran ofrecido ayuda y abierto las puertas de su hogar, días antes de nuestro paso por Comodoro.
Eternamente agradecidos a esta hermosa pareja, que junto a su hija Romina, su yerno Diego y el pequeño y deseado nieto Felipe, nos hicieron disfrutar de una maravillosa semana.
Con ellos comimos por vez primera un asado de cordero patogónico y volvimos a deleitarnos, tras tantos meses alejados de nuestra Andalucía, de “pescaíto frito” servido en “nuestros típicos” cartuchos de papel estraza.
Y a ellos les debemos el haber conseguido al fin, tras varios meses de trámites, el ansiado permiso de residencia argentina, tan necesaria para solventar sin problemas los pasos fronterizos.
En esta ciudad fue donde tuvimos nuestro primer “obstáculo mecánico” ya en ruta. Cuando nos marchábamos hacia Puerto San Julián, nuestro bus no se encontraba dispuesto para enfrentarse a un camino de largos kilómetros y decidió pararse en el mejor lugar posible, a las puertas de la casa Mercedes.
Gracias a nuestro amigo Leandro de Puerto Madryn y a la solidaridad de Rader Mercedes, pudimos continuar nuestro viaje sin mayores complicaciones, quedando todo en otra anécdota para recordar lo aprendido.
Comodoro